Breve historia de la camisa
Aprox. 3000 A.C.
Érase una vez en el antiguo Egipto...
La camisa se remonta a mucho, mucho tiempo atrás. De hecho, esta fecha corresponde a la prenda más antigua que se conserva en todo el mundo, una camisa de lino del antiguo Egipto.
Siglos XIII-XV
Buenos días, mi buen caballero
En Europa, las mangas de quita y pon se consideraban chic. Las mujeres las intercambiaban entre conjuntos y, en ocasiones, desabotonaban una y la entregaban a un pretendiente como señal de afecto.
Época posrenacentista
Demasiado lujosa para llevarla
Estos son los sombríos orígenes de una tradición que se aplica a las camisas y con la que todavía vivimos en la actualidad: la botonadura de las camisas de mujer, a la izquierda, y la de las camisas de hombre, a la derecha. Supuestamente, un sirviente solía abotonar a las aristócratas y, para un diestro, esto se hacía más fácilmente desde la izquierda, mientras que los hombres se vestían ellos mismos.
1583
Una reflexión sobre el vestido
«La religión no se cambia con la misma facilidad que una camisa», apuntó el rey Enrique IV, en el poder durante un periodo caracterizado por graves conflictos religiosos en Francia.
Siglos XVI - XVIII
Los orígenes del crop-top
La «semicamisa» o sham era una prenda popular entre los hombres de la época. Esta capa decorativa solo cubría la parte superior del pecho y se llevaba sobre una camisa que se consideraba demasiado vulgar para la ocasión o bien debía lavarse.
Principios del siglo XVIII
Hacia arriba y hacia abajo
Para los hombres de esta época, la camisa se extiende más allá del torso, y sus faldones largos cumplen un doble cometido, puesto que también se utilizan como ropa interior.
1771
Expresiones de la Ilustración
Primera aparición documentada de la expresión To give the shirt off one’s back, una frase hecha inglesa cuya traducción literal es «quitarse la camisa propia» y que denota extrema desesperación o generosidad; todavía se utiliza en nuestros días.
Durante todo el siglo XVIII
Volantes estremecedores
Los largos volantes de cuello, denominados chorreras, son un elemento de moda en las camisas masculinas, que todavía se ponen y quitan por la cabeza.
1827
A la vanguardia
Hannah Montague, una ama de casa del norte del estado de Nueva York, inventó el cuello de quita y pon. Cansada de lavar constantemente las camisas de su marido, cortó los cuellos de las camisas y concibió un modo de fijarlos a la tira del cuello tras el lavado.
1840
El sello de Brummell
Muerte de Beau Brummell (a los 61 años), el dandi inglés que revolucionó el estilo masculino con su look sencillo y personalizado con precisión. Cabe destacar un elemento clave: camisas de impoluto lino blanco de cuello alto.
1845
Estilo aventurero
El puño francés realiza su primera aparición importante en la literatura, en el Conde de Montecristo de Alejandro Dumas. De hecho, conviene recordar que los ingleses inventaron el estilo.
Mediados del siglo XIX
El chic más cómodo
Durante este periodo, los puños y cuellos de las camisas de vestir fueron de quita y pon para así poderlos lavar por separado de la camisa.
1871
¡Arriba los botones!
El sastre Brown, Davis & Co. patentó una camisa que se abotonaba íntegramente hasta la cintura.
Ese mismo año, en un artículo de un popular periódico se describió la «epidemia» de «fanáticos de los anagramas». Las masas que experimentaban el ascenso social ponían su iniciales a todo, incluidas las camisas, y no solo para reclamar la propiedad de los artículos enviados a lavar, el motivo original (y práctico) para grabar la ropa con un anagrama.
Década de 1880
Dinero nuevo, camisa nueva
Los looks de cena elegante abundaban en la época de la industrialización, que generó enormes cantidades de nueva riqueza en Europa e impulsó la «edad dorada» en América. Los potentados llevaban camisas con cuellos de paloma girados, forrados con tachuelas decorativas en la parte delantera y botones en la parte posterior. Durante finales del siglo XIX, el cuello abotonado todavía no existía; en su lugar, se llama «polo» y lo llevan los jugadores de alta competición. Al fijar las puntas del cuello a la camisa, los jugadores evitaban que se levantara y les diera en la cara.
Entre finales del siglo XIX y principios del XX
¿Sabes guardar un secreto?
El «camisolín», que llevaban los hombres ahorradores, consistía en un cuello y una pechera confeccionados en tela de camisa; el resto, que quedaría oculto por la chaqueta, estaba elaborado en un material más económico.
Inicios del siglo XX
Alta costura
Los cuellos altos que se pueden ver en los retratos que datan de esta época son, en realidad, un vestigio de la era victoriana. A pesar de que hoy en día está pasado de moda, un cuello más alto y rígido todavía transmite formalidad.
Principios del siglo XX
La camisa, de nuevo al completo
Gracias a la proliferación de las lavadoras domésticas, los cuellos fijos y flexibles empezaron a reemplazar a los de quita y pon. Las lavadoras facilitaban considerablemente el lavado de toda la camisa (y hacían que fuera más asequible).
Década de los 20
La punta al poder
El cuello de punta empieza a imponerse al cuello redondo como estilo más habitual entre los hombres de negocios.
1924
La tiranía del color
Se registró por primera vez el uso del término blue-collar worker, expresión anglosajona que hace referencia a los obreros por el color azul de sus uniformes. En este momento, el color de la camisa era un importante indicativo de la clase social. El uso del término white-collar —hace referencia a las personas que ocupaban los puestos más elevados, porque al ser menos probable que se ensuciaran la camisa podían vestir de color blanco— está plenamente extendido.
Finales de los años 20
Una cuestión de color
La camisa de vestir monocroma se convirtió en la elección principal para la vestimenta profesional del día a día. Entretanto, el antiguo estándar, según el cual el cuerpo de la camisa contrasta con un cuello y puños de color blanco, se mantuvo como la referencia para las vestimentas formales.
Década de 1930
El cuello, para días y más días
Las ballenas se popularizaron por primera vez, a pesar de que las primeras versiones de estos accesorios se parecían más a alfileres de corbata que a los pequeños elementos para dar rigidez al cuello que conocemos hoy en día. Conectaban las puntas del cuello con la corbata para mantenerla en su lugar.
Segunda Guerra Mundial
La guerra de la lana
En los Estados Unidos, las camisas de vestir empezaron a confeccionarse con fibras sintéticas como el rayón, el nailon y la viscosa, principalmente porque la lana se requisaba para los uniformes militares.
Década de 1950
Esto no es ciencia espacial
La camisa de vestir de manga corta entra en escena. Combinada con una corbata, se popularizó entre los profesionales de la NASA, la agencia espacial estadounidense, y toda una nueva generación de trabajadores de oficina del ámbito tecnológico.
Década de 1960
El adiós del chaleco
El bolsillo en el pecho apareció por primera vez en las camisas de hombre como consecuencia directa de la pérdida de popularidad del chaleco.